
Historia de Artemisa
Mi nombre es Rebeca, y hace un tiempo sentí la necesidad de parar.
Dejar atrás el estrés, el ruido mental…
y volver a lo esencial.

Nos mudamos a los Pirineos buscando una vida más lenta, en conexión con la naturaleza y con nuestros propios ritmos.
Entre otras formaciones, soy aromaterapeuta y naturópata, y desde siempre me ha apasionado el crecimiento personal, los rituales cotidianos, la magia de las plantas y lo invisible que sostiene lo visible.
Creo profundamente en el poder de lo sutil:
los aromas, la intención, el fuego, la pausa.
Crear con las manos fue mi forma de traducir esa búsqueda.
Así nacieron mis primeras velas y piezas artesanales:
como pequeñas ofrendas,
como espacios para la presencia,
como acompañamiento en procesos internos.
Artemisa nace de ese deseo:
el de compartir belleza con alma,
el de crear objetos que inviten a habitarte,
a agradecer, a soltar, a encenderte.
Aunque camino este proyecto desde lo personal, lo comparto con mi pareja, Dylan, que me acompaña en el proceso artesanal, pero sobretodo, en el proceso emocional que conlleva este movimiento.
Porque aunque una puede con mucho,
cuando compartimos el fuego,
todo se vuelve más luminoso.

Gracias por estar aquí.